Cuando vemos un surfero sobre su tabla "pillando" olas, no tenemos conciencia de que estamos observando la práctica de uno de los deportes más antiguos y organizados del mundo.
Algo muy especial se ha ido transmitiendo entre los practicantes de éste deporte, sintiendo en su interior como el surf es algo más que un deporte, mezclándose sensaciones interiores y naturaleza, soledad y gentío, fuerzas internas y fuerzas universales. Los surfistas del siglo XX continúan sintiendo en su interior, como los primeros polinesios una dedicación y obsesión a veces hasta "irracional" cuando en el mar despuntan esas olas.
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